entonces pues, como lo habia imaginado tantas lunas, en aquel momento, el preciso, pero no siempre correcto aunque siempre esperado. se preparò, saco de su saco un cigarrillo, lo sostuvo entre sus labios con la delicadeza que tiene una madre y la precision de un reloj suizo, entonces lo encendio y lanzo su alma al viento en forma de aliento y saliva
en cada toque de sus labios con aquel filtro ya amarillento, se consumia su cigarro y a la vez ese deseo se transportaba a traves del humo exhalado, incluso formaba figuras en el aire... figuras que semejaban pequeños hombrecillos danzando entre la humarada, figuras que le provocaban cierta diversion, pero que sin embargo le daba tristeza aceptar que tenian que seguir viajando, viajando con el viento hasta su destino final...
tuvo la idea entonces de saber los por quès de sus dudas, tal como el humo todo era fugaz, todo era temporal, ese atardecer penso entonces desde el instante en que paso lo inevitable, lo que tuvo que pasar hasta ese mismo dia, paso el tiempo de 17 cigarrillos, caminò al anochecer por el parque, para su sorpresa el estaba allì, recostado en un roble, sereno, inmutable
observando el paso de las nuves por encima de la luna, como cobijaban uno de sus cuernos, imaginaba que se encontraba en una de ellas y alcanzaba a acariciar, a rozar suavemente a su incondicional amada, testigo de todos sus amorios, sus desengaños, sus momentos de solera, la única acompañante en esos momentos de soledad
invitada: pixie